Fujimori, o el Perú gris
- El Chino gobernó con mano de hierro entre 1990 y el año 2000
- El líder populista gobernó bajo una especie de estado de excepción
- Además de las matanzas de opositores, se le acusa de corrupción
Alberto Fujimori (Lima, 1938) será definitivamente un recuerdo gris para Perú, cuya justicia le ha condenado a 25 años de cárcel por dos masacres en la década de los noventa, en las que el eje de su gobierno fue la feroz represión contra el terrorismo, las guerrillas y los opositores de izquierdas.
Hijo de emigrantes japoneses, creció en un entorno humilde y buscó su futuro en los estudios. Número uno de su promoción de ingenieros agrónomos, empezó a dar clases de matemáticas en la universidad. Así que llegado el momento, cuando se lanzó a la carrera presidencial a finales de los 80, era uno de los más preparados para sacar al país de la grave crisis que atravesaba su economía, basada en el sector primario.
El Chino, como se hace llamar a sí mismo, adquirió popularidad entre los indígenas, cuyas comunidades visitaba vistiendo sus trajes tradicionales, y ganó por sorpresa las elecciones presidenciales de 1990 al escritor Mario Vargas Llosa. Ya en el poder, sin una ideología clara se limitó a aplicar las recetas neoliberales con cierto éxito, pero sin sacar de la pobreza a una enorme proporción de la población.
Al políglota mandatario --habla cinco idiomas-- ya no le valían las palabras ni las fórmulas, necesitaba un golpe y a fe que lo dio: en 1992 se arrogó todos los poderes con la excusa de la luchar contra los sanguinarios terroristas de Sendero Luminoso, que habían lanzado una gran rebelión en 1980 (secundada por el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru).
Cerca de 70.000 peruanos, la mayoría humildes campesinos de los Andes, murieron en la guerra soterrada que se extendió hasta el año 2000. Durante el mandato de Fujimori fueron capturados los líderes de Sendero, pero a cambio actuaron con impunidad los escuadrones de la muerte que empezaban a olvidar en esa época otros países latinoamericanos que salían de las dictaduras militares.
Hoy, el conflicto sigue sin cicatrizar, y no sólo entre los fujimoristas que ahora lidera la mayor de sus cuatro hijos, Keiko, una popular diputada con grandes aspiraciones. También entre los actuales gobernantes, para quienes 'no es necesario' crear un Museo de la Memoria.
Amplio historial delictivo
Pero Fujimori no sólo es reponsable de violaciones de los derechos humanos, como la matanza de estudiantes de la Universidad de la Cantuta (1992). En su controvertido intento de perpetuarse en el poder tras cambiar la Constitución, y en medio de acusaciones de fraude electoral en las presidenciales del año 2000, salieron a la luz unas cintas de vídeo en las que se veía a su mano derecha, Vladimiro Montesinos, sobornando a diputados.
Las evidencias eran tales que Fujimori huyó a Japón, donde pasó cinco años de exilio dorado. Allí siguió haciendo campaña para que los peruanos volvieran a elegirle para el Parlamento y anunció su regreso, aunque finalmente volvió detenido, después de que las autoridades chilenas, adonde viajó en el 2005, denegaran su solicitud de asilo.
El escándalo de los vídeos fue el primero por el que lo condenaron (aunque en este caso sólo se le reprochó abuso de poder), pero todavía tiene pendientes varias causas por corrupción.
Fujimori difícilmente volverá a deslumbrar con sus coloridos ponchos, pero tampoco se le verá con su habitual chaqueta gris, sino con el traje de presidiario (anque sea en una celda priviligedia).